Cuento de San Valentin

Aquella mañana me puse mi mejor perfume, tracé con cuidado mi “eyeliner” sobre el párpado superior, me puse un poco de color en las mejillas y dejé mis labios jugosos con un simple brillo. Me miré al espejo y supe que iba gustarle, siempre le había gustado con poco maquillaje.

 

Cuando salí a la calle ya sentía el pulso acelerado, era San Valentín y, como todos los años, había que celebrarlo por todo lo alto.

 

Me paré delante de una pequeña tienda de barrio, en ella había cosas curiosas, de poco valor económico pero llenas de encanto. Rebusqué por unos estantes hasta que tropecé, por casualidad, con una vieja caja de puros. La abrí y comprobé que, por suerte, aún olía a la hoja seca y penetrante de los puros que tuvo un día en su interior. Metí dentro tres fotos: La suya, la mía y la de los dos, después la envolví con papel de sastre, porque sabía que, solo su tacto, ya le evocaba momentos alegres.

 

Cuando entré en el Hall de la residencia Patricia se acercó sonriente, siempre lo hacía, como si así pudiera curar las heridas de los que estaban allí dentro.

 

-Hoy está más tranquilo, tiene un día bueno.

 

Me acompañó hasta la habitación donde el amor de mi vida permanecía postrado. Su cerebro le había abandonado, decían que ya no conocía a nadie, que ya no sabía ni quién era, pero yo no les creía porque, cuando cogía su mano, sentía que aún estaba conmigo.

 

Le puse sobre las piernas el regalo e inmediatamente manoseó el papel mientras sus ojos me miraban, quiero creer que agradecidos.  Supe enseguida que aquel tacto le recordaba sus años de sastre. Después abrió la caja y cerró los ojos mientras respiraba aquel aroma a madera y a tabaco, justo como lo hacía cada vez que iba a encenderse un habano de ésos que se fumaba los días de fiesta, Y por último observó las tres fotografías sin reconocer a nadie.

 

-“Dos de tres” – me dije – no está mal del todo.

 

Patricia me miró, con los ojos que pone quién no sabe nada de amores, y me dijo:

 

-No sé porqué se molesta, él ya no se entera de nada.

 

-Porque le quiero y yo si que me doy cuenta.

 

NO TODOS LOS SAN VALENTÍN SON IGUALES, PERO, SIN DUDA, TODOS ENCIERRAN EL MISMO AMOR.

 

FELIZ DÍA A TODOS LOS QUE AMAN A ALGUIEN.

 

Luisa R. Bueno

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