CRÓNICA DE UNA PANDEMIA 7: BALCONES

 

BALCONES

En ellos ocurren milagros todos los días.

Doña María llevaba años sin salir de casa, la artritis y los dolores la deprimían tanto que no quería salir de la cama.  Su marido, que aún era mayor que ella, había perdido la esperanza de recuperarla.  Eran una pareja solitaria, los años les habían dado la espalda y su confinamiento era voluntario. Las prisas de la calle hacía tiempo que habían perdido sentido para ellos.

El primer día que escucharon aplausos por la ventana, don Vicente corrió a contarle aquello tan extraño que estaba pasando. Doña María pensó que aquel ruido venía de algún programa de la tele y no le hizo caso.

El segundo día escuchó por la ventana las voces de unos niños jugando al «veo, veo» y esparciendo risas por todo el barrio. Aquello le hizo incorporarse en la cama y mirar tras los cristales. Unos niños de , no más de diez años, jugaban de ventana a ventana y se mostraban cartulinas con grandes dibujos.

El tercer día , cuando escuchó música en la ventana de al lado, le pidió a su marido que le ayudara a levantarse y que la arreglara.  Acababa de empezar la primavera. Salió al balcón y se sentó en su silla de mimbre, donde hacía años que no se sentaba, y contempló, asombrada, la vida que había en todas las ventanas. Bendijo aquel sol, aquel aire suave y aquella luz que le abrigaba como si fueran los brazos de su madre. Doña María respiró profundo y volvió a sentir la vida.

El cuarto día se levantó ella sola, la ilusión de participar en aquel fenómeno, le hizo olvidar sus dolores. Era el entusiasmo, por lo que ocurría en los otro balcones, lo que la empujaba.

El quinto día jugaba con los niños a grandes voces y ya no se metía en casa hasta después de los aplausos de las ocho.

El sexto día ya corría por el pasillo, para llegar antes al balcón de su casa. Fue ella quién empezó a cantar ese día. Conocía bien al Dúo Dinámico y entonó con fuerza «Resistiré». De inmediato, don Vicente empezó a cantar con ella y, en otra ventana, alguien le acompañó al piano. Segundos después la melodía resonaba en todos los balcones.

Doña María rejuveneció durante los días de cuarentena. El dolor disminuyó conforme crecía su alegría. Tomó fuerza para, cuando todo pasara, salir de nuevo a ver la vida.  Aquella pareja de ancianos jamás había estado más acompañada.

Los milagros ocurren todos los días, siempre están alrededor nuestro, pero ahora, que hemos frenado y que miramos más hacia adentro, los vemos mucho mejor. Algunos de esos milagros son los que se asoman, ahora, llenos de vida, a la ventana.

Luisa Ruiz Bueno

 

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2 pensamientos en “CRÓNICA DE UNA PANDEMIA 7: BALCONES

  1. Si algo me gusta de tus textos es que casi siempre me emocionan hasta las lágrimas. Tienes una sensibilidad y una visión del mundo y de lo cotidiano con la que no todos contamos. ¡No pierdas nunca esa esencia, por favor, Luisa!

    Un abrazo y cuídate, por favor.

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